Elmer Imes. Privilegio y discriminación.

Foto en el archivo del Smithsonian de Elmer Imes en los Catskills
Foto en el archivo del Smithsonian de Elmer Imes en los Catskills

En los "buenos" años de hacer la tesis en Salamanca, los doctorandos de tercer y cuarto año teníamos que dar unas 60 horas de clase al año. A mí me encantaba dar clase, aunque fueran las prácticas que los profesores-funcionarios odiaban impartir, y me lo pasaba genial con los alumnos. Un año fue en Farmacia, donde me tocaron las prácticas de Fisicoquímica, y otro año en mi facultad de Química, donde me tocaron las prácticas de Química física (nunca entendí porque se llama de dos maneras diferentes a la misma rama). Una de las prácticas más habituales consistía en medir y analizar el espectro infrarrojo del cloruro de hidrógeno. Se llevaba a los alumnos a una campana, se echaba ácido clorhídrico sobre ácido sulfúrico y el gas liberado (cloruro de hidrógeno) se conducía a un recipiente que medíamos en el espectrómetro. El resultado era un espectro lleno de picos cuya separación depende de la masa y la geometría de la molécula. Esta es la razón por la que la práctica es tan popular, porque en una actividad tan sencilla se podían demostrar un montón de conceptos como la cuantización de la energía, los isótopos o la termodinámica estadística.

Este verano aprendí en EE.UU. que la primera persona que midió este espectro fue un científico negro llamado Elmer Samuel Imes en 1919. ¡Figúrate! El mérito que tenía que, el hijo de una persona que había sido esclavizada, que creció en el Sur y en la peor época de la segregación, se doctorara y fuese el primero en hacer lo que hoy alumnos de química de todo el mundo replican. ¡De este hombre debería hablar todo el mundo! Pues no. Al regresar a Glasgow, me fui a la biblioteca y revisé un montón de libros de texto y decenas de artículos que hablaban sobre el experimento y ninguno mencionaba a Imes. Así que me propuse escribir un artículo sobre su biografía y hacer un repaso rápido la historia negra de los EE.UU. (además, ¡es muy interesante ver cómo se medían los espectros infrarrojos hace un siglo!). El resultado lo podéis ver publicado en el último número de los Anales de Química de la Real Sociedad Española de Química (RSEQ). Está escrito un pelín más avanzado de lo que suelo presentar por aquí (al fin y al cabo, está dirigido a químicos), pero prometo que merece la pena. El artículo además ha ganado el premio Salvador Senent de la RSEQ. El enlace para entrar está aquí:

Elmer Imes, historia negra de los Estados Unidos y la espectroscopía

Como siempre… ¡Espero que os guste!
Publicado el 19 de junio de 2023

En la casa de Louis

El 34-56 de la calle 107
El 34-56 de la calle 107

Este verano, cuando fui a Estados Unidos por un congreso, tuve la suerte de poder parar unos días en Nueva York y cumplir una de las cosas que siempre había querido hacer, que era ir a la casa de Louis Armstrong. Louis era uno de los tíos más grandes de la historia del jazz. Yo creo que si encuestáramos a todos los entendidos en este tipo de música, la inmensa mayoría lo pondría en su top 5. Y aunque ganó tropecientos premios, grabó decenas de discos y salió en un montón de películas y aunque sus amigos eran todas las estrellas del momento, Louis era una persona humilde, agradable, que nunca quiso abandonar su modesta casa. Hoy esta casa es un pequeño museo dedicado a su figura. Está en el barrio de Corona en Queens, justo al lado del Flushing Meadows-Corona Park, que es donde se grabó la escena final de Men in Black, con Will Smith y Tommy Lee Jones disparando a la inmensa esfera terrestre que hay en el centro del parque. No muy lejos se encuentra el Estadio Louis Armstrong, dedicado a nuestro protagonista, en cuyas pistas de tenis se juega el US Open cada año.

La Unisphere
La Unisphere

Al museo hoy se entra a través del garaje, donde exponen objetos que pertenecían a Louis; algunos estaban en los armarios cuando llegaron los conservadores y otros los habían donado coleccionistas. Subiendo por unas estrechas escaleras llegamos al primer piso de la casa histórica. Para mí fue una experiencia única. Todo seguía igual que cuando Louis Armstrong vivía. En la repisa del baño estaba su botella de colonia a la mitad, en el armario la aspiradora estaba recogida y sus notas seguían repartidas por la mesa del despacho. ¡Daba la sensación de que en cualquier momento algún habitante de la casa aparecería por algún lado!

Hice el tour con otras cinco personas más y un guía nos llevaba de aquí para allá, contándonos anécdotas y rutinas de la pareja. Visitamos la cocina en la que Lucille le hacía a Louis su plato favorito: arroz con frijoles (a la pobre le obligó a aprender a hacerlo exactamente de la misma manera que la que cocinaba su madre). Los armarios están pintados de un intenso color turquesa que parece ser que era el mismo que el del Cadillac de Lucille. Vimos el salón donde organizaban cenas con sus amigos (la lista de invitados sería la envidia de cualquier palacio real) y subimos al piso de arriba, donde estaba la habitación en la que dormía la pareja. Al entrar tuve la misma sensación que, cuando era pequeño, tenía al entrar en la habitación de mis abuelos. Al fondo, una tele pequeñita, un armario antiguo y una copia del Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí en la pared. Allí también estaba la cama en la que Louis murió. Después fuimos a su estudio, presidido por escritorio y un reproductor de cintas a su espalda. En una pared colgaba un retrato suyo pintado por un tal “Benedetto” (¡el mismísimo Tony Bennett!) y si pulsabas un botón, por un pequeño altavoz en el techo podías escuchar al pintor explicando su relación con Louis y porqué le regaló el cuadro. En el museo trabajan como voluntarios personas que conocieron a Louis como uno que su padre había sido el que iba a arreglar cosillas a la casa y otra que su madre ayudaba a Lucille con la compra cuando Louis murió.

Al terminar, con treinta y tantos grados de calor, me pude sentar en las escaleras de la casa a descansar a la sombra. Allí era donde los niños del barrio esperaban a que Louis regresara de sus giras para que tocara con ellos la trompeta. Cuando en 1967 le presentaron la letra de What a wonderful world, Louis aceptó interpretarla porque le recordaba esas reuniones. En una entrevista dijo "Hay tantas cosas en 'Wonderful World' que me traen de vuelta a mi barrio, Corona, en Nueva York. Lucille y yo hemos vivido allí desde que nos casamos. Y todo el mundo allí es como una gran familia. He visto crecer tres generaciones. Y todos con sus hijos, nietos, vuelven a ver al tío Satchmo y a la tía Lucille (no lo he dicho, pero ese era Satchmo era el apodo de Louis). Por eso al cantar: 'Oigo llorar a los bebés/ los veo crecer/ aprenderán mucho más/ que yo nunca sabré' puedo ver las caras de todos esos niños. Y tengo fotos de ellos cuando tenían cinco, seis y siete años. Así que cuando me ofrecieron 'Wonderful World', acepté inmediatamente”.

Si escuchas ahora la canción, la manera en la que canta Louis tiene mucho más sentido.

Me encantó la visita. Allí me sentí como si el propio Louis me hubiese invitado a su casa. Y, en su hospitalidad, comprobé que todo lo que se dice de Louis Armstrong era cierto y pensé que necesitamos más gente como él.

La cocina. Esas dos puertas metálicas en la pared de la izquierda eran cajones en los que guardaba el papel de aluminio
y el papel de cocina.
La cocina. Esas dos puertas metálicas en la pared de la izquierda eran cajones en los que guardaba el papel de aluminio y el papel de cocina.
Su baño rococó.
Su baño rococó.
El salón (nos enseñaban fotos para demostrarnos que las decoraciones eran las originales).
El salón (nos enseñaban fotos para demostrarnos que las decoraciones eran las originales).
El salvaescaleras que le instalaron cuando sufrió su primer infarto.
El salvaescaleras que le instalaron cuando sufrió su primer infarto.
Su dormitorio, con su minitele, su muñeco sesentero y su cuadro de Cristo. ¿A quién no le recuerda a la casa de sus
abuelos?
Su dormitorio, con su minitele, su muñeco sesentero y su cuadro de Cristo. ¿A quién no le recuerda a la casa de sus abuelos?
El otro lado de la habitación. Sobre la cama, el camisón de Lucille.
El otro lado de la habitación. Sobre la cama, el camisón de Lucille.
Las escaleras donde tocaba la trompeta con los chavales del barrio.
Las escaleras donde tocaba la trompeta con los chavales del barrio.
Louis tocando la trompeta con los niños
Publicado el 23 de abril de 2023

Fire of love

Cartel de Fire of Love
Cartel de Fire of Love

¡Por fin he visto “Fire of Love”! La verdad es que tenía ganas al documental desde que leí la crítica de Peter Bradshaw en el Guardian pero no pude ir a verla cuando la pusieron en el GFT, el cine independiente (o hipster) de Glasgow. Ahora se puede encontrar en Disney+ y ¡os la recomiendo encarecidamente! El documental trata sobre la vida de Maurice y Katia Krafft, la pareja de vulcanólogos franceses que perdió la vida en la explosión del Monte Unzen en 1991 y, en los 100 minutos que dura, nos cuenta cómo Maurice y Katia se enamoraron de los volcanes cuando eran niños, cómo se enamoraron entre ellos al calor de Mayo del 68 y cómo se enamoraron de estar lo más cerca posible de las erupciones. Me ha encantado que el documental esté hecho casi por completo a partir del archivo personal de los protagonistas y, como eran las grabaciones que hacían para documentar sus investigaciones, está repleto de secuencias espectaculares y también personales. Hay ríos de lava y volcanes borboteando a pocos metros. Hay explosiones y lluvias de piroclastos. Pero también hay muchos momentos personales en los que podemos ver el humor de la pareja y todo lo que se querían, como cuando Maurice aparece tirando un pedrusco enorme a la cabeza de su esposa para probar el casco artesanal que han fabricado o cuando les vemos escalar de la mano lava recién solidificada mientras la narradora nos cuenta que siempre exploran juntos los volcanes, porque si ocurre un accidente no soportarían sobrevivir a su esposo. El estilo setentero que la directora Sara Dosa ha imprimido al documental me ha parecido espectacular. No solo por las películas de archivo (sigo hipnotizado por la manera que sus películas fotográficas capturaban el color rojo de la lava incandescente), también por el sonido, la música, la tipografía y por una edición muy cuidada. En resumen, "Fire of Love" es un documental emotivo y espectacular que nos lleva a la historia de amor entre Maurice y Katia Krafft y su pasión por los volcanes. Si disfrutáis de la naturaleza y de una buena historia, os recomiendo encarecidamente darle una oportunidad. Estoy seguro de que no os decepcionará.

Maurice y Katia Krafft
Maurice y Katia Krafft
Publicado el 8 de enero de 2023

Los hermanos Herschel

Los hermanos Herschel
Los hermanos Herschel

Estaba pensando que no sé para qué tengo un blog si no lo actualizo con las cosas que voy haciendo. Mientras escribía esta primera frase he mirado cuando lo empecé y no me lo podía creer. Pensaba que estaba mal. Este blog empezó el 10 de septiembre de 2005. Hace 17 años. He tardado en recuperarme un ratillo, pero aquí estoy de nuevo, con ganas de contaros cosas. Hoy justo me ha escrito Quique Royuela, editor de la revista Principia, para avisarme de que los mockups del último número estaban disponibles. Así que aprovecho para contaros de que este año he tenido la suerte de poder colaborar en los dos números de la temporada, que trata sobre música y ciencia, hablando de los astrónomos hermanos Carolina y William Herschel. En realidad ambos eran músicos, William era compositor y Carolina soprano, pero fueron afortunados de crecer en una casa en la que se le daba mucha importancia también a las ciencias. Y, aunque eran de Hannover, hicieron la mayor parte de su carrera en Inglaterra, en donde William se había refugiado de la guerra de los Siete Años. Como astrónomos aficionados, juntos trabajaron fabricando los mejores telescopios de la época con los que descubrieron cometas, sistemas estelares y, William, Urano, el planeta. Al final fueron contratados por el rey (Carolina fue la primera mujer funcionaria de la historia) para trabajar como astrónomos a su servicio.

La verdad es que lo he pasado muy bien investigando y escribiendo los artículos sobre sus vidas. Al principio quería escribirlos al estilo de “Querida Susi, Querido Paul”, pero como los hermanos vivían en Bath en el cambio del siglo XVIII al XIX, pues no me he podido resistir a escribir a lo Jane Austen. Si estáis interesados, podéis comprar la revista en la web de Principia. Aquí tenéis los mockups (yo no tenía ni idea de que ese era el nombre de una foto bonita de tu artículo) y los links a su tienda.

La séptima nota - William Herschel
La séptima nota - William Herschel
Principia T08E01
Lina - Carolina Herschel
Lina - Carolina Herschel
Principia T08E02
Publicado el 30 de noviembre de 2022

Historia del electromagnetismo

Arcos eléctricos en el Museo de Ciencia de Boston
Arcos eléctricos en el Museo de Ciencia de Boston

Acaba de ser publicado el primer episodio de una nueva serie de artículos que he escrito para Principia. Trata sobre la historia de la electricidad y el magnetismo, desde que el hombre fue hombre hasta que el científico escocés James Clerk Maxwell desarrolló las cuatro fórmulas que explican todos los fenómenos electromagnéticos. La verdad es que he disfrutado mucho documentándome para escribir los artículos y escapándome durante mis viajes para visitar los museos en los que se guardan los inventos protagonistas de esta historia. ¡Espero que os guste!

Una historia del electromagnetismo
Publicado el 18 de junio de 2020