Día 93: Cacho a cacho

Salimos de la cárcel, metemos la primera,
en el loro Deep Purple, chirrían las cuatro ruedas.
Vamos marcando el paso. Vamos rompiendo el hielo.
No hacemos ni puto caso de las señales del cielo.

Que no tenemos pasta pues dormimos un rato
porque el dormir no gasta, sale mucho más barato.
Nos comemos la noche, cacho a cacho, gramo a gramo.
Enroscamos el coche y a mañana no llegamos.

La vida en un minuto no pasa tan deprisa
por si acaso disfruto. ¡Corre que me da la risa!

Acelera un poco más
porque me quedo tonto y vamos muy lentos.
Y acelera un poco más,
corre más que el veneno que llevo dentro.
Y acelera un poco más,
ahoga en tu laguna el pedal de freno.
Y acelera un poco más.

¿Cómo?... déjame que piense..
¡qué el pensamiento!.

Viajamos en volandas de cuerpos plastificados.
Dormimos la garganta porque aún no se ha despertado.
Bajamos la mirada, la luz del sol nos quema
pero no pasa nada porque aún nos queda tema
de conversación. No me seas bacilón,
la solución mira p´alante y a la carretera.
Pon atención que llevas el volante
y eso es lo más importante.
¡Mira p´alante!, ¡mira p´alante!

Sufrimos consecuencias que todos esperamos
no tenemos paciencia y nos desencajamos.
Nuestra piel es de hierro, los ojos son de cuero,
la risa la del perro tensa como el acero.
La vida en un minuto no pasa tan deprisa
por si acaso disfruto. ¡Corre que me da la risa!

Esta canción fue la banda sonora de anoche. Ángel y Javi (de Soria) alquilaron un coche para venir desde Berlín. Pidieron el más barato, pero como no quedaba ninguno, la oficina de Europcar les dio un BMW. No era un BMW cualquiera, era un coche de la serie 5, un BMW 523 gasolina con cambio automático (secuencial), ordenador de abordo, ventana en el techo y calefacción en los asientos. Por supuesto, antes de ir a la fiesta de Mateusz (el pulpo de Varsovia, otro día hablaré más detenidamente de él), dimos la vuelta de rigor por Dresde, con la música de Estopa como banda sonora y saludando a todas las personas que nos encontrábamos por la calle, hooligans, chicas, taxistas… Y a todos ellos les imponíamos respeto, los hooligans no se arriesgaban a tirarnos sus botellas, las chicas se quedaban prendadas y los taxistas no se atrevían a picarse con nosotros porque sabían que iban a perder.

Publicado el 10 de diciembre de 2005