Día 4: Monotonía alemana

De momento, llevo una vida bastante simple, aquí en Dresde. Me despierto todos los días con los primeros rayos de sol que impactan en mi cara a las siete de la mañana. Es algo bastante molesto que estoy intentando solucionar diseñando algún tipo de persiana construida a partir de cartones del Lidl.

Mi habitación
Mi habitación

Al despertarme voy directo al baño para darme una ducha. Aquí hay algo a lo que no acabo de acostumbrarme y es que el sitio donde se cuelga la ducha este a la altura de la rodilla. Yo creo que lo hacen para ahorrar agua porque te duchas en un instante ya que, al no poder estar debajo del agua, te mueres de frío. En mi casa no hay microondas, por lo que me caliento la leche con un cazo, a la vieja usanza.

Mi casa
Mi casa

Luego, a las nueve voy a clase de alemán. Tengo por compañeros de clase a tres japoneses, dos portuguesas, un ruso, un macedonio y una española. La profesora es alemana. Estas clases son bastante amenas y estoy aprendiendo un montón. A las doce y media, cuando acaban las clases vamos todos al comedor. ¡¡SE COME A LAS 12:30!! La comida esta bastante bien, especialmente la carne, que la hacen asada. El único inconveniente es que tienen la manía de echarle berza a todos, absolutamente todos, los platos. Da igual si es un filete que si son unos macarrones.

Mi clase
Mi clase

Por la tarde después de la siesta (¡una siesta a la una y media) siempre hay alguna actividad preparada, como excursiones o debates en alemán, si no aprovecho para estudiar un rato. Eso te lleva toda la tarde. A las ocho (que es como si fuese en España las once de la noche) ceno. En Salamanca iba muy a menudo a cenar a un sitio llamado “Don perrito” que estaba justo debajo de mi casa, era muy barato y además hacían unas hamburguesas riquísimas; pues al día siguiente de llegar ya encontré su equivalente alemán: es un döner kebap que está a unos 10 minutos de casa y donde hacen unos kebaps que están muy buenos, son grandes y son muy baratos. Además es la primera vez que veo un döner donde ellos mismos preparen y horneen la masa para hacer el pan del kebap y la base de las pizzas turcas. Después de la cena ya sólo queda un poco de charla con los habitantes del piso y… ¡a dormir!

Publicado el 17 de septiembre de 2005