Día 154: ¿Por quién doblan las campanas?

Anoche a las 21:51 empezaron a clamar, a la vez, todas las campanas de Dresde. Y es que, a esa hora, 61 años antes, comenzó una de las mayores salvajadas del siglo XX: el bombardeo de Dresde.
Dresde, al final de la Segunda Guerra Mundial, era una ciudad sin un solo objetivo militar que se encontraba prácticamente desprotegida: todas las armas habían sido trasladadas al frente ruso, carecía de artillería antiaérea, y sólo tenia tres refugios decentes: el que estaba debajo de la casa del Gauletier Mutschmann (el gobernador nazi de la región), el que estaba en las oficinas de la Gestapo, y el que estaba en casa de un rico empresario, requisado por las SS.
Por esas fechas la ciudad se encontraba llena de refugiados que venían desde la cuenca del Ruhr y otras zonas de Alemania bombardeadas o cercanas a un frente. Acudían atraídas por la creencia popular de que Dresde, la Florencia del Elba, no sería atacada. Incluso corrían rumores de que una tía de Wiston Churchill vivía aquí y que éste había dado instrucciones precisas para que la ciudad nunca fuera bombardeada. También habían empezado a regresar los niños que estaban distribuidos por los pueblos de Sajonia por orden del partido nazi, ante el temor de los padres de que cuando llegasen los rusos, sus hijos fuesen secuestrados o masacrados.
Cuando las sirenas de la ciudad comenzaron a avisar del ataque la gente no le dio importancia, habían sonado muchas veces y casi siempre eras falsas alarmas. Incluso la función del circo Sarrasani no se interrumpió (era martes de carnaval). Al empezar a caer las bombas, la gente no sabía qué hacer. Algunos, tal como les habian enseñado, corrieron a apagar los fuegos provocados por los dispositivos incendiarios para evitar que se extendiesen. Otros intentaron buscar refugio o huyeron de la ciudad. Las llamas comenzaron a propagarse sin control (los coches de bomberos de la ciudad estaban en Berlín), llegando a formar una tormenta de fuego, que es un incendio de tal magnitud que crea sus propios vendavales y torbellinos. Se alcanzaron temperaturas de más de 3.000 ºC. Muchas personas desesperadas buscaron en vano refugio en fuentes y tanques, pero la tormenta hizo bullir el agua y se cocieron. Al día siguiente, después de las dos oleadas de bombarderos (796 aviones de la RAF y 311 de la USAAF), después de las 4.600 toneladas de explosivos (con una potencia total superior a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki), después de la tormenta de fuego, llegó el dolor y el silencio. Más de 25.000 personas murieron, y 15 kilómetros cuadrados de la ciudad quedaron devastados. De Neustadt en el norte, a Südvorstadt en el sur, de Friedrichstadt en el este, a Striesen en el oeste. Lo que en términos militares se conoce como área de destrucción total se situó en el rectángulo formado por el río Elba, Sanpetersburgerstrasse, la Hauptbahnhof y Köneritstrasse. Dentro se encontraban todas las maravillas arquitectónicas de la capital sajona (muchas de las que pudieron ser reconstruidas salen en las fotos del blog). Los soldados y los equipos de rescate hicieron tres grandes hogueras para incinerar a los muertos y así minimizar los riesgos de epidemias, una en Postplatz, otra en el Altmarkt y otra en Pragerstrasse. Se dice que unidades de las SS con experiencia en el campo de exterminio de Treblinka habrían aportado su ayuda cualificada.

Dresde tañó anoche sus campanas por las víctimas del bombardeo y porque algo así no vuelva a ocurrir.
Publicado el 14 de febrero de 2006