Hoy, Jueves Santo, después de comer me ha pasado algo muy
extraño. Estaba escribiendo un email en mi habitación
cuando ha sonado de repente el telefonillo del portal. Lo ha cogido uno
de mis compañeros (yo nunca me levanto a por él porque
nunca espero a nadie, si alguien va a venir a mi casa, ya estoy
enterado y estoy atento para abrirle la puerta), y me ha dicho que es
para mi, que era una chica española que quería hablar
conmigo. La chica se llamaba Luisa. Yo no conozco a ninguna Luisa,
así que he pensado que lo habría entendido mal y que
sería Isa, pero… ¿por qué vendría
Isa a mi casa a estas horas?, ¿querría un café?.
La hemos abierto la puerta del portal y me he quedado esperando en la
entrada a que subiese hasta mi casa. Cuando veo que llegan dos alemanas
de unos 40 años, he pensado:
a) son las entradas para el mundial (llegan un mes pronto)
b) es la
policía (desde que me detuvieron en septiembre ha pasado mucho
tiempo)
c) mis
compañeros se han equivocado y no es para mí (será
esto…)
Pero me dicen:
- Hallo! (mientras me dan la mano)
- Hallo
-
Bist du Herr González? (Me pregunta, tuteándome, que si
soy el señor González, esto en Alemania no es nada normal)
- Ja…
- ¿Conoses la Biblia?
- ...
¡Toma! ¡Testigos de Jehová! ¡Y en
español! ¿Cómo han averiguado donde vivo?
¿Quién les ha dado mi dirección? ¿El
Erasmus Iniciative? ¿La universidad? ¿Alguien que me
quería gastar una broma? ¿Han leído mi apellido en
mi buzón? ¿Será que entre extranjeros, al estar
faltos de cariño, tendrán más éxito y
conseguirán más conversiones?
Sea como fuere tenía a dos alemanas explicándome en un
castellano aceptable (yo las iba corrigiendo, como si fuesen mi
tándem) que el paraíso está en la tierra, que lo
tenemos que construir poco a poco, según manda la palabra de
Jehová… Yo la he dado las gracias por venir a verme, pero
la he explicado que soy católico y que no pensaba cambiarme de
religión, a pesar de que ya lo habían intentado muchos
compañeros suyos antes. De todas formas ellas han insistido en
darme un folleto, mientras me decían…
- Entonces, ¿podemos venir a hablar otro día?
-
Pero mujer… ¿para qué? Ya ves que no va a servir
de mucho…
Ya les he dado instrucciones precisas a mis compañeros para que
en caso de que vuelvan las digan que no estoy, y es que me han
confesado que ya habían venido otro día a verme (luego lo
he recordado, el jueves pasado, cuando aún estaba enfermo, a las
8:45, mis compañeros estaban en clase y yo estaba en la
cama… ¡Menos mal que no me levante a abrir!)