18 de marzo: Tras los pasos de Ortega

Cuando estaba en Dresde, leí “Cartas de un joven español”, un libro con las cartas que escribió José Ortega y Gasset a sus padres y a su novia, cuando estuvo estudiando en Alemania (como el libro estaba descatalogado, Dani lo cogió en la biblioteca de la Casa de las Conchas, hizo una copia en la fotocopiadora de la Plaza Mayor de Salamanca y me lo llevo a Bielefeld).

Lo que más me sorprendió de su correspondencia es que, pasado un siglo desde que la escribió, las cosas no han cambiado nada en Alemania (ni en España…) y yo tenía los mismos problemas en el 2006 que Ortega en 1906.

En una carta, justo después de mudarse de Leipzig a Berlín, Ortega indicó a su novia su nueva dirección en la capital: Krausenstrasse 61 –III. r. Desde entonces tuve ganas de visitar esa casa y este fin de semana lo he intentado. Al buscar la dirección en el mapa Falk de la ciudad, que tengo colgado en la pared de mi habitación, ya me he dado cuenta de que sería muy difícil que quedase alguna casa de la época en pie, ya que estaba en el barrio de Mitte, junto a Friederichstrasse, una zona muy castigada en la Segunda Guerra Mundial. Estar junto al Checkpoint Charlie, en la antigua zona socialista, significaba que las probabilidades de que, al menos, la casa hubiese sido reconstruida, eran nulas. Aprovechando el "buen tiempo", esta mañana me he acercado paseando desde Alexanderplatz y he comprobado que, efectivamente, de la calle que vio Ortega, no quedaba apenas nada. En su lugar había unos edificios de apartamentos con arquitectura tipo “Benidorm”, un parque conmemorativo y unos feos edificios ministeriales.
La calle de Ortega, hoy
Uno se puede hacer un poco idea de la arquitectura berlinesa con la que debio convivir Ortega en la época del Segundo Imperio observando el edificio Wolff que está situado al principio de la calle, en Krausenstrasse 17. El edificio fue inaugurado un par de años después de su estancia en la capital y sobrevivió a la guerra. Opulento, comparte su historia con la de Alemania. Construido como los grandes almacenes de una de las firmas de moda más antiguas de Berlin, su propietario, el judío Victor Wolff fue forzado a malvender el edificio a los ferrocariles imperiales de la Alemania Nazi. Después de la reunificación los herederos recuperaron la propiedad, que vendieron al gobierno alemán y ahora es sede de unas oficinas.

Ortega dijo: "El pacifista ve en la guerra un daño, un crimen o un vicio. Pero olvida que, antes que eso y por encima de eso, la guerra es un enorme esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos. La guerra no es instinto, sino un invento. Los animales la desconocen y es de pura institución humana, como la ciencia o la administración."

Pues vaya invento.
Publicado el 18 de marzo de 2008