Día 312: Los alemanes y la ciencia
Este semestre estoy haciendo, totalmente por placer, una asignatura que se llama "Historia de la química". Es una asignatura donde cada día tenemos un profesor diferente, que suele ser un catedrático que da una charla sobre la rama de la química que conoce. Es muy interesante, porque todos los profesores se preparan muy bien el tema del que van a hablar y hacen presentaciones muy originales con transparencias o con PowerPoint (que me permiten seguir bien la clase a pesar del alemán…). Es una asignatura optativa para los alemanes y espero poder convalidarla por una optativa española (si no se puede, pues nada).
Hay algo que me sorprende mucho en este país y que he confirmado en esta clase: cómo hablan los alemanes de la ciencia y de los científicos. Hay una diferencia abismal con respecto a España. Una gran parte de los científicos que han hecho historia eran alemanes (en química la proporción aún es mayor). En las clases se habla con total familiaridad de científicos que siempre me habían sonado lejanos: "Cuando Schrödinger vino a dar unas clases a esta facultad…", "Hubo una vez que Kekulé, estando en Dresde…". En España tenemos 2 premios Nobel de ciencia: Ramón y Cajal y Severo Ochoa (aunque este no se cuenta porque lo ganó en EEUU), mientras que en Alemania cuentan con ¡¡71!!. De hecho esta tarde la conferencia que he tenido se llamaba "Wilhelm Ostwald, el único premio Nobel de Sajonia", que es como si en España hablásemos de los premios Nobel que han salido de Extremadura.
Alemania cuenta con un sistema de institutos, distribuidos por toda su geografía, dedicados exclusivamente a la investigación,
toda ciudad medianamente importante tiene su instituto especializado en un tema: en Heidelberg está el instituto
de astronomía, en Jena el de biogeoquímica, en Garching el instituto de óptica cuántica… Además están las universidades
y las empresas, que realizan sus propios proyectos.
Los tres están interconectados y trabajan juntos, por lo que cualquier descubrimiento por parte de los institutos o de la
universidad rápidamente es comercializado por las empresas. Así se consigue financiar toda la estructura, que casi no
depende de la ayuda pública, y estar en la vanguardia en todo momento, ya que el mercado siempre está proponiendo nuevos
retos.
Quizás el amor a la ciencia se debe a la larga historia de la ciencia en Alemania, a la educación que se da en las escuelas (siempre dirigida hacia el método científico), o a las infinitas actividades que se organizan desde las instituciones y asociaciones (como la "Lange nacht des Wissensafts" (la noche de las ciencias), en las que todo el mundo puede entrar en un laboratorio y ver cómo trabajan y hacer algún que otro experimento). Sea como fuere, Alemania desprende un olor a ciencia, que en España se desconoce o se tapa con el tufo de la ignorancia y la indiferencia.
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